Nadie tiene todo el voto evangélico

A propósito de Cristiana Nancy Amancio, Dio Astacio, Carlos Peña y otros evangélicos ahora, también políticos

Fui testigo de un locutor de Santo Domingo Este que me dijo que su «alcalde» era Dio, le pregunté de que partido era y me dijo: «no, yo soy evangélico y él es mi pastor».

El fenómeno de las iglesias evangélicas, ademas de la difusión de la Fe proveniente no desde Israel sino desde los Estados Unidos, es un tema, además, político, que no se ha manifestado en la República Dominicana con fuerza, aun.

Hace solo una semana, o menos, el pastor y también candidato Carlos Peña reclamaba que los cargos deben ser ocupados por «gente de Fe» y pregunté…: ¿quiénes son «los de Fe»?… ¿quiénes no?… quiénes quieren gente de Fe, es que menosprecian a los que ellos califican como gente sin fé, o gente de su misma fe o no de su misma fe… ?, cuál es el límite de la liga entre creencias religiosas, el pertenecer a una iglesia X de algunas de las denominaciones que hay, o no pertenecer, y la política partidaria?

Evangélicos son muchos, van desde pastores muy liberales que fuman y bailan reguetón hasta quien no escucha otra música que la de su «fe», las «ovejas», los creyentes, siguen la doctrina del pastor, a veces incluso la interpretación del este sobre lo que dice la Biblia e incluso, algunas iglesias y Conciclios y sus organizaciones se aventuran a reescribir la biblia, reinterpretándola.

Es tan diverso el mundo evangélico como el la cantidad de pastores que existen, que son muchos y entre ellos, como en cualquier sector, existen agrupaciones entre ellos que se diversifican en formas y fondos, tanto en las normas existenciales como en la forma de evangelizar.

Dioris Anselmo (DIO) se «vendió políticamente» como pastor, que lo es, a sabiendas de los pro y los contra de colocar el termino pastoral como parte del enunciado para acceder al mundo electoral.

Mientras fue candidato, en más de una ocasión aclaramos dos puntos:
1) el votante no le interesa si es un pastor, cantaautor, dueño de bancas o de una funeraria, le interesa un alcalde… (tomando el caso de Dio).
2) Los católicos no votan por pastores… como regla elemental

Aun sin tocar los fracasos de pastores y concilios en la política de Latinoamericana en imposición de agendas ultraconservadoras, en la República Dominicana al votante no le interesa que el voto esté ligado a la fe y solo grupos muy minúsculos «obligan» desde los púlpitos a las ovejas votantes por una u otra opción.

¿Qué ganan los pastores al mezclarse en política más allá del derecho humano y constitucional de incursionar en el diverso, maltrecho, complejo y a veces corrupto sistema electoral, desde la deseada pulcritud del discurso religioso?.

Algo es claro, cada segmento de voto, nicho, tiene sus evangélicos y sus pastores preferidos; puedes encontrar en una iglesia diversidad de convencidos, o un pastor muy militante en el accionar electoral que no es para nada un número significativo que cambie tendencias, que logre llevar a los asiduos de su discurso a tomarse el trabajo, guiado por la Fe, a votar el llamado Dia D, sin embargo, en realidad, nadie, absolutamente, nadie, tiene todo el voto evangélico alrededor de una propuesta electoral x, estos se agrupan, como abejas al panal, alrededor del candidato que les logre conquistar.

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